El pasado setiembre todo y no haber prácticamente empezado a entrenar me apunté al triatlón que se hizo en Altafulla. Necesitaba hacer algún triatlón antes de que acabara la temporada.
Así que allí estaba yo a primera hora con todo lo que comporta hacer un triatlón, es decir, más cargada que una mula y con unos nervios que me tenían puesto todo el cuerpo del revés.
La espera hasta el pistoletazo se me hizo eterna. Pero cuando por fin se dio la salida los nervios cesaron, si más no, en el tramo de natación. Las sensaciones no eran malas del todo exceptuando algún que otro codazo de uno que más que nadar parecía que estuviera luchando con el agua. Me lo tomé con calma, cosa que al salir del agua me daba la sensación que había salido mal, pero no fue así, salí la tercera del agua, así que por el momento iba mejor de lo esperado, cuando me di cuenta de ello hice la transición muy animada y ….. a partir de ahí empezó el calvario, uno detrás de otro empezaron a adelantarme, mis piernas no tenían fuerza y aunque insistía la moral empezó a derrumbarse al ver que seguían adelantándome. Desmoralizada me propuse tomármelo con calma hasta acabar el circuito de bici, que se estaba convirtiendo en interminable y eso que solo eran 20kms.
Una vez en la T2, cuando por fin me pude dejar la bici, me puse las bambas y a correr, bueno…eso es lo que quería pero mis piernas no se movían prácticamente. Me sentía pesada y más de una vez me propuse abandonar, pero la parte luchadora de mí, me lo impidió. Me dije a mi misma que aunque tardara dos horas debía llegar a la meta.
Cuando crucé el arco, la sensación fue horrible, me sentía vacía y desanimada. Si hubiera sido mi primer tri, os aseguro que no hubiera repetido. Pero por otro lado me había quitado el ‘mono’ que tenia de hacer algún tri, dejándome así tranquila y con ganas de empezar la siguiente temporada con muchas ganas para afrontar el campeonato del mundo de Vitoria en julio del 2012.
Así que allí estaba yo a primera hora con todo lo que comporta hacer un triatlón, es decir, más cargada que una mula y con unos nervios que me tenían puesto todo el cuerpo del revés.
La espera hasta el pistoletazo se me hizo eterna. Pero cuando por fin se dio la salida los nervios cesaron, si más no, en el tramo de natación. Las sensaciones no eran malas del todo exceptuando algún que otro codazo de uno que más que nadar parecía que estuviera luchando con el agua. Me lo tomé con calma, cosa que al salir del agua me daba la sensación que había salido mal, pero no fue así, salí la tercera del agua, así que por el momento iba mejor de lo esperado, cuando me di cuenta de ello hice la transición muy animada y ….. a partir de ahí empezó el calvario, uno detrás de otro empezaron a adelantarme, mis piernas no tenían fuerza y aunque insistía la moral empezó a derrumbarse al ver que seguían adelantándome. Desmoralizada me propuse tomármelo con calma hasta acabar el circuito de bici, que se estaba convirtiendo en interminable y eso que solo eran 20kms.
Una vez en la T2, cuando por fin me pude dejar la bici, me puse las bambas y a correr, bueno…eso es lo que quería pero mis piernas no se movían prácticamente. Me sentía pesada y más de una vez me propuse abandonar, pero la parte luchadora de mí, me lo impidió. Me dije a mi misma que aunque tardara dos horas debía llegar a la meta.
Cuando crucé el arco, la sensación fue horrible, me sentía vacía y desanimada. Si hubiera sido mi primer tri, os aseguro que no hubiera repetido. Pero por otro lado me había quitado el ‘mono’ que tenia de hacer algún tri, dejándome así tranquila y con ganas de empezar la siguiente temporada con muchas ganas para afrontar el campeonato del mundo de Vitoria en julio del 2012.